Excanciller ecuatoriano, José Ayala Lasso: La paz entre Perú y Ecuador rompió con las ataduras del pasado

 Excanciller ecuatoriano, José Ayala Lasso

 

La paz entre Perú y Ecuador rompió con las ataduras del pasado



 Ricardo Sánchez Serra


                                                                         José Ayala

Uno de los artífices de la paz entre los dos países fue el diplomático ecuatoriano, José Ayala Lasso, quien ofreció una conferencia magistral en la presentación del libro "Reflexiones a los 20 años de los Acuerdos de Paz Peruano-Ecuatorianos: Avances y Desafíos".

Dicha presentación virtual es histórica, debido a que contó con la presencia de los alumnos de las academias diplomáticas de ambos países, varios protagonistas de la demarcación de la frontera e historiadores.

Las palabras del excanciller Ayala fueron muy sentidas, aleccionadoras y que llegaron al corazón de los oyentes: “la paz –dijo- es el camino para llegar al desarrollo, la paz es la marcha progresiva de la conciencia moral de la humanidad”.

 El diplomático ecuatoriano fue un convencido de que la paz era el fundamento que habría de permitir a todos los países de la región, resolver solidariamente y en conjunto, los problemas que individualmente habían estado tratando de resolver con mayor o menor éxito o con mayor o menor fracaso durante la historia.

 

“En el caso ecuatoriano peruano, 180 años nos caracterizaron como un factor de desunión y de recelo. Y era necesario abrir los ojos a la realidad para afrontar ese hecho y buscar una solución que contribuyera a lo que se pudiera llamar el progreso moral de la humanidad. La paz es una manifestación del progreso moral de la humanidad. Y, en consecuencia, todos estamos comprometidos en la construcción de la paz”, expresó el excanciller de Ecuador.

 

Agregó que se rompió las ataduras del pasado por parte de los dos países y eso hizo de tal manera que miraron con ojos  de absoluta objetividad, las realidades que vivíamos, dos pueblos hermanos, dos pueblos iguales o por lo menos, muy parecidos, con idéntica historia y aspiraciones, luchando durante tanto tiempo infructuosamente y retrasándose en afrontar los retos del desarrollo nacional respectivo.

“En consecuencia –puntualizó- la oportunidad se presentó por una serie de circunstancias históricas, el conflicto del Cenepa, la iniciativa ecuatoriana relativa al arbitraje papal, la respuesta del presidente Fujimori, una serie de contextos, inclusive las declaraciones del presidente Durán Ballén que reconocía la vigencia del Protocolo de 1942 y se inició una negociación de paz”.

 

El papel de los garantes fue destacado durante el conversatorio, al contribuir con sus estímulos y con sus iniciativas, para hacer posible llegar a la suscripción de la paz.

 

“La paz ha demostrado que era el camino”

 

“Yo no voy a entrar en el análisis del proceso. Simplemente quiero señalar que el haber logrado concertar la paz, significó el haber creado un mecanismo de análisis de la realidad entre los dos países, que consistió primero en ponernos cada país en los zapatos del otro y en esto voy hacer referencia a un punto tomando en consideración que los jóvenes estudiantes de las dos academias están escuchándonos”, advirtió Ayala.

 

“La concertación de la paz, o de cualquier negocio internacional, no es fructífera sino se toma en cuenta el porqué de las razones que esgrime el contendiente. Y en ese punto, había que pensar que tanto el Ecuador como el Perú educaba a sus respectivos jóvenes en una creencia histórica que dependía de una visión nacional de la historia”, subrayó.

 

“Y en ese sentido –precisó- cada uno de los países, creaba una juventud  o alimentaba una niñez que tenían de buena fe ideas contradictorias, de modo que hablar de la falta de buena fe del uno o del otro, era ir en contra de la realidad psicosocial de cada uno de los países. Lo primero era eso.

 

La mira del diplomático tiene que ser la paz

 

Reconocer que había que dejar de lado la acusación de mala fe, la acusación de intenciones ocultas y había que reconocer que entre dos países, igualmente patrióticos y de buena fe, existía un problema que debía tener solución. Lograda esa actitud del espíritu, había que pensar en la importancia de la paz. De la paz dependía el desarrollo de los pueblos, tan es esto verdad, que concertada la paz, vemos ahora cómo se han producido y han fructificado unas relaciones en todos los aspectos de la vida nacional de cada uno de los dos países”, señaló Ayala, uno de los artífices del acuerdo de paz.

 

Recordó que los problemas fueron muy difíciles y complejos, y que había momentos en que la paz era frágil y se podía romper, debido a que ambos países aducían razones igualmente válidas para sospechar uno del otro, pero que concertando la paz se logró demostrar que éramos iguales.

 

Gracias a esa paz, los dos países están más cercanos, con mejor infraestructura vial y ayuda para el mutuo desarrollo. “Estamos más convencidos de que tenemos la misma historia, étnica y cultural, y que demos unirnos para resolver nuestros problemas. Ahí están los gabinetes presidenciales que analizan problemas para buscar soluciones, de modo que tenemos el aumento del comercio”, opinó el diplomático ecuatoriano.

 

“Dado ese primer paso –añadió- fue posible pensar también en sendas complementarias, que eran tan importantes como el desarrollo fronterizo, la integración regional, la navegación en los ríos de la vasta Amazonía. La satisfacción de símbolos nacionales de importancia, que supera la superficie territorial de estos símbolos. Todo eso fue tomado en consideración y la delegación de ambos países tuvieron el acuerdo finalmente con imaginación e iniciativa, descubrir un mecanismo que sin romper las convicciones jurídicas de ambos países, abría la puerta a una especie de arbitraje. Esa fue cara  que dirigieron ambos países a los garantes, para que fuesen ellos los que prestasen su apoyo, a fin de resolver el único punto pendiente, la demarcación fronteriza.

 

Los demás, integración, cooperación, confianza mutua, habían sido totalmente resueltos en las negociaciones bilaterales”, pormenorizó.

 

Finalmente, aseveró que el diplomático, representante de un país, debe tomar en cuenta su obligación de proteger los intereses nacionales y estar imbuido sobre principios fundamentales como la paz, que es el camino para llegar al desarrollo y que la paz es la marcha progresiva de la conciencia moral de la humanidad.

 

                                          Allan Wagner

Grandes esfuerzos de los negociadores

 

Por su parte, Allan Wagner, director de la Academia Diplomática del Perú, aseguró que el libro es muy valioso y que es obra de especialistas y diplomáticos de los dos países, algunos de los cuales tuvieron el privilegio de trabajar directamente en el referido proceso de paz.

“Desde su título, el libro nos invita a reflexionar sobre los avances y desafíos de la relación bilateral y su transcurrir. Se presentan así características comunes al nacimiento de las repúblicas sudamericanas, como son la aplicación del principio del uti possidetis iuris y la libre determinación de los pueblos, como guías rectoras para la conformación territorial de las nuevas repúblicas, sino también el uso de los medios que prevé el derecho internacional para la solución de controversias”, manifestó.

Amplió que otro elemento común y permanente en nuestros países, ha sido la vocación integradora y el deseo de desarrollo compartido, que nos ha acompañado en estos dos siglos, y que nos ha motivado a participar en diferentes foros regionales y subregionales.

“En el caso del Perú y del Ecuador, la cooperación se ha desarrollado intensamente en diferentes aspectos, destacando entre otros mecanismos, los Encuentros Presidenciales y los Gabinetes Binacionales, que encontraron terreno fértil tras la paz lograda hace más de 20 años mediante la suscripción del Acta Presidencial de los Acuerdos de Brasilia de 1998”, evocó.

Resaltó que dicho documento incluye una serie de acuerdos que proveen  importantes vectores de desarrollo económico y social, el respeto por los derechos humanos, el bienestar de las poblaciones de frontera, el fomento del comercio y otros beneficios que emanan de la convivencia pacífica entre nuestras naciones.

“Este acuerdo definitivo demandó en sus negociadores grandes esfuerzos, empleando mecanismos novedosos, pero por sobre todo significó el deseo de ambos países  de llegar a una paz duradera. Esa paz es la base para el desarrollo sostenible de nuestros países. Los autores del libro que presentaron aciertan cuando indican que la paz ofrece numerosas posibilidades de cooperación”, indicó el excanciller Wagner.

Recordó, en este sentido, haber dado una conferencia en la Academia Diplomática del Ecuador y felicitó los esfuerzos  de los embajadores Alejandro Suárez y Nicolás Roncagliolo, por la gran labor desempañada en la publicación del libro.

 
                                              Alejandro Suárez

 

En su turno, el embajador Alejandro Suárez Pasquel, director de la Academia Diplomática del Ecuador, rememoró que por iniciativa del entonces canciller, José Ayala Lasso, en Ecuador se acuñaron medallas conmemorativas que fueron entregadas a quienes participaron del proceso. La leyenda impresa en esas medallas decía "A quienes creyeron y lucharon por la paz", un texto muy representativo de lo que ocurrió durante el proceso en ambos países.

A quienes creyeron que habían llegado el momento de superar la diferencia, que los pueblos de Ecuador y el Perú tenían más proximidades que distancias. A quienes creyeron que la paz era un bien supremo y trabajaron con voluntad, empeño e imaginación para alcanzar la paz entre países tan culturalmente similares.

“Aquí se puso en evidencia la confianza en el futuro: que la paz iba a producir grandes beneficios comunes. Esto fue lo que -en gran medida- determinó el éxito de las negociaciones de paz. Lo determinante fue el cambio de perspectiva frente a la cuestión territorial: se incorporaron otros factores y hubo un cambio de actitud en ambas naciones”, expuso.

“En el libro ´20 Años en paz y en desarrollo´ del Ministerio  ecuatoriano de RR. EE., se destaca que el Perú y Ecuador habían ganado con esfuerzos compartidos. Y el libro "Reflexiones a los 20 años de los Acuerdos de Paz Peruano-Ecuatorianos: Avances y Desafíos", es un magnifico complemento de todo lo que se mencionó en aquel libro ecuatoriano. El presente libro aborda retos y desafíos que ya no separarán, sino que unirán a ambos países mediante una estrecha relación de cooperación”, aseguró el diplomático ecuatoriano.


                                             Nicolás Roncagliolo

 

Gran fraternidad

 

En su intervención, el embajador Nicolás Roncagliolo, destacó que por primera vez en un proceso demarcatorio  binacional, participaron diplomáticos peruanos, porque en la década del ´40 básicamente la demarcación estuvo a cargo de las FF. AA. y los técnicos de los respectivos países. Se desarrolló el trabajo con plena normalidad. Dijo que el proceso demarcatorio tuvo dos etapas: la primera se dio inéditamente después de la suscripción del Protocolo de Rio de Janeiro de 1942; y la segunda se inicia a fines de 1998, posterior a la implementación en la ciudad de Gualaquiza.

“En los años ´40 se avanzó. No obstante, es de destacar lo difícil que significó en aquellos años llevar a cabo este proceso con materiales arcaicos. El proceso de paz impuso pautas a ambas cancillerías sobre cómo definir la frontera a la brevedad posible. A diferencia de la coyuntura de 1940, se pudo contar con mayor tecnología para definir los hitos geográficos en la frontera, facilitar desplazamientos y esclarecer dudas”, afirmó Roncagliolo.

“Ambos países –agregó- contaron con un importante servicio logístico de sus FF. AA.: las mismas que estuvieron enfrentadas en el Cenepa, se unieron en favor de la paz. Se realizó un buen trabajo en equipo y se desarrolló una gran fraternidad entre las delegaciones del Perú y Ecuador; aunque también se pasaron momentos difíciles.

El historiador ecuatoriano, Francisco Carrión, enfatizó la labor de las dos cancillerías, que dieron una importancia especial para afrontar la cuestión territorial, a partir de un cambio profundo de mentalidad mediante una recuperación progresiva de la confianza.  Y que se tuvo el acierto de incorporar en el proceso de negociación de 1998, en las conversaciones, los temas de cooperación que ofrecían beneficios recíprocos a partir de intereses comunes. “Esto produjo el cambio en la opinión publica ecuatoriana, que dejo de aproximarse desde una visión territorial, para hacerlo desde una posición realista, desde una visión de futuro”, finalizó.

 

También expusieron el internacionalista Óscar Vidarte, el historiador Hugo Pereyra y el economista Alan Fairlie, quienes abrigaron la esperanza que en breve Ecuador integre la Alianza del Pacífico, se continúe trabajando para el desarrollo, satisfaciendo las necesidades de sus poblaciones, en un sistema internacional más interconectado y con mayor interacción en la Comunidad Andina de Naciones.

 

El libro fue producido por la Academia Diplomática del Perú Javier Pérez de Cuéllar, siendo el editor el embajador Nicolás Roncagliolo, participando, asimismo, los ahora ministros Elizabeth Astete y Alejandro Neyra y Alejandro Suárez. Asimismo, Hugo Pereyra, Efraín Baus, Alan Fairlie y Alfonso Paz Soldán

 


Publicado en Expreso

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