Excanciller ecuatoriano, José Ayala Lasso: La paz entre Perú y Ecuador rompió con las ataduras del pasado
Excanciller ecuatoriano, José Ayala Lasso
La paz entre Perú y Ecuador rompió con las ataduras del pasado
Uno de los artífices de la paz entre los dos
países fue el diplomático ecuatoriano, José Ayala Lasso, quien ofreció una
conferencia magistral en la presentación del libro "Reflexiones a los 20
años de los Acuerdos de Paz Peruano-Ecuatorianos: Avances y Desafíos".
Dicha presentación virtual es histórica,
debido a que contó con la presencia de los alumnos de las academias
diplomáticas de ambos países, varios protagonistas de la demarcación de la
frontera e historiadores.
Las palabras del excanciller Ayala fueron muy
sentidas, aleccionadoras y que llegaron al corazón de los oyentes: “la paz –dijo- es el
camino para llegar al desarrollo, la paz es la marcha progresiva de la
conciencia moral de la humanidad”.
“En
el caso ecuatoriano peruano, 180 años nos caracterizaron como un factor de
desunión y de recelo. Y era necesario abrir los ojos a la realidad para
afrontar ese hecho y buscar una solución que contribuyera a lo que se pudiera
llamar el progreso moral de la humanidad. La paz es una manifestación del
progreso moral de la humanidad. Y, en consecuencia, todos estamos comprometidos
en la construcción de la paz”, expresó el excanciller de Ecuador.
Agregó
que se rompió las ataduras del pasado por parte de los dos países y eso hizo de
tal manera que miraron con ojos de
absoluta objetividad, las realidades que vivíamos, dos pueblos hermanos, dos
pueblos iguales o por lo menos, muy parecidos, con idéntica historia y aspiraciones,
luchando durante tanto tiempo infructuosamente y retrasándose en afrontar los
retos del desarrollo nacional respectivo.
“En
consecuencia –puntualizó- la oportunidad se presentó por una serie de
circunstancias históricas, el conflicto del Cenepa, la iniciativa ecuatoriana
relativa al arbitraje papal, la respuesta del presidente Fujimori, una serie de
contextos, inclusive las declaraciones del presidente Durán Ballén que
reconocía la vigencia del Protocolo de 1942 y se inició una negociación de paz”.
El
papel de los garantes fue destacado durante el conversatorio, al contribuir con
sus estímulos y con sus iniciativas, para hacer posible llegar a la suscripción
de la paz.
“La paz ha demostrado que
era el camino”
“Yo
no voy a entrar en el análisis del proceso. Simplemente quiero señalar que el
haber logrado concertar la paz, significó el haber creado un mecanismo de
análisis de la realidad entre los dos países, que consistió primero en ponernos
cada país en los zapatos del otro y en esto voy hacer referencia a un punto
tomando en consideración que los jóvenes estudiantes de las dos academias están
escuchándonos”, advirtió Ayala.
“La
concertación de la paz, o de cualquier negocio internacional, no es fructífera
sino se toma en cuenta el porqué de las razones que esgrime el contendiente. Y
en ese punto, había que pensar que tanto el Ecuador como el Perú educaba a sus
respectivos jóvenes en una creencia histórica que dependía de una visión
nacional de la historia”, subrayó.
“Y
en ese sentido –precisó- cada uno de los países, creaba una juventud o alimentaba una niñez que tenían de buena fe
ideas contradictorias, de modo que hablar de la falta de buena fe del uno o del
otro, era ir en contra de la realidad psicosocial de cada uno de los países. Lo
primero era eso.
La mira del diplomático
tiene que ser la paz
Reconocer
que había que dejar de lado la acusación de mala fe, la acusación de
intenciones ocultas y había que reconocer que entre dos países, igualmente
patrióticos y de buena fe, existía un problema que debía tener solución. Lograda
esa actitud del espíritu, había que pensar en la importancia de la paz. De la
paz dependía el desarrollo de los pueblos, tan es esto verdad, que concertada
la paz, vemos ahora cómo se han producido y han fructificado unas relaciones en
todos los aspectos de la vida nacional de cada uno de los dos países”, señaló
Ayala, uno de los artífices del acuerdo de paz.
Recordó
que los problemas fueron muy difíciles y complejos, y que había momentos en que
la paz era frágil y se podía romper, debido a que ambos países aducían razones
igualmente válidas para sospechar uno del otro, pero que concertando la paz se
logró demostrar que éramos iguales.
Gracias
a esa paz, los dos países están más cercanos, con mejor infraestructura vial y
ayuda para el mutuo desarrollo. “Estamos más convencidos de que tenemos la
misma historia, étnica y cultural, y que demos unirnos para resolver nuestros
problemas. Ahí están los gabinetes presidenciales que analizan problemas para
buscar soluciones, de modo que tenemos el aumento del comercio”, opinó el
diplomático ecuatoriano.
“Dado
ese primer paso –añadió- fue posible pensar también en sendas complementarias,
que eran tan importantes como el desarrollo fronterizo, la integración regional,
la navegación en los ríos de la vasta Amazonía. La satisfacción de símbolos
nacionales de importancia, que supera la superficie territorial de estos
símbolos. Todo eso fue tomado en consideración y la delegación de ambos países
tuvieron el acuerdo finalmente con imaginación e iniciativa, descubrir un mecanismo
que sin romper las convicciones jurídicas de ambos países, abría la puerta a
una especie de arbitraje. Esa fue cara
que dirigieron ambos países a los garantes, para que fuesen ellos los
que prestasen su apoyo, a fin de resolver el único punto pendiente, la
demarcación fronteriza.
Los
demás, integración, cooperación, confianza mutua, habían sido totalmente
resueltos en las negociaciones bilaterales”, pormenorizó.
Finalmente,
aseveró que el diplomático, representante de un país, debe tomar en cuenta su
obligación de proteger los intereses nacionales y estar imbuido sobre
principios fundamentales como la paz, que es el camino para llegar al
desarrollo y que la paz es la marcha progresiva de la conciencia moral de la
humanidad.
Grandes esfuerzos de los
negociadores
Por
su parte, Allan Wagner, director de la Academia Diplomática del Perú, aseguró
que el libro es muy valioso y que es obra de
especialistas y diplomáticos de los dos países, algunos de los cuales tuvieron
el privilegio de trabajar directamente en el referido proceso de paz.
“Desde
su título, el libro nos invita a reflexionar sobre los avances y desafíos de la
relación bilateral y su transcurrir. Se presentan así características comunes
al nacimiento de las repúblicas sudamericanas, como son la aplicación del
principio del uti possidetis iuris y
la libre determinación de los pueblos, como guías rectoras para la conformación
territorial de las nuevas repúblicas, sino también el uso de los medios que
prevé el derecho internacional para la solución de controversias”, manifestó.
Amplió
que otro elemento común y permanente en nuestros países, ha sido la vocación
integradora y el deseo de desarrollo compartido, que nos ha acompañado en estos
dos siglos, y que nos ha motivado a participar en diferentes foros regionales y
subregionales.
“En
el caso del Perú y del Ecuador, la cooperación se ha desarrollado intensamente
en diferentes aspectos, destacando entre otros mecanismos, los Encuentros
Presidenciales y los Gabinetes Binacionales, que encontraron terreno fértil
tras la paz lograda hace más de 20 años mediante la suscripción del Acta
Presidencial de los Acuerdos de Brasilia de 1998”, evocó.
Resaltó
que dicho documento incluye una serie de acuerdos que proveen importantes vectores de desarrollo económico
y social, el respeto por los derechos humanos, el bienestar de las poblaciones
de frontera, el fomento del comercio y otros beneficios que emanan de la
convivencia pacífica entre nuestras naciones.
“Este
acuerdo definitivo demandó en sus negociadores grandes esfuerzos, empleando
mecanismos novedosos, pero por sobre todo significó el deseo de ambos países de llegar a una paz duradera. Esa paz es la
base para el desarrollo sostenible de nuestros países. Los autores del libro
que presentaron aciertan cuando indican que la paz ofrece numerosas
posibilidades de cooperación”, indicó el excanciller Wagner.
Recordó,
en este sentido, haber dado una conferencia en la Academia Diplomática del
Ecuador y felicitó los esfuerzos de los
embajadores Alejandro Suárez y Nicolás Roncagliolo, por la gran labor
desempañada en la publicación del libro.
Alejandro Suárez
En su
turno, el embajador Alejandro Suárez Pasquel,
director de la Academia Diplomática del Ecuador, rememoró que por
iniciativa del entonces canciller, José Ayala Lasso, en Ecuador se acuñaron
medallas conmemorativas que fueron entregadas a quienes participaron del
proceso. La leyenda impresa en esas medallas decía "A quienes creyeron y
lucharon por la paz", un texto muy representativo de lo que ocurrió durante
el proceso en ambos países.
A quienes creyeron que habían llegado el momento de
superar la diferencia, que los pueblos de Ecuador y el Perú tenían más
proximidades que distancias. A quienes creyeron que la paz era un bien supremo
y trabajaron con voluntad, empeño e imaginación para alcanzar la paz entre
países tan culturalmente similares.
“Aquí se puso en evidencia la confianza en el futuro: que
la paz iba a producir grandes beneficios comunes. Esto fue lo que -en gran
medida- determinó el éxito de las negociaciones de paz. Lo determinante fue el
cambio de perspectiva frente a la cuestión territorial: se incorporaron otros
factores y hubo un cambio de actitud en ambas naciones”, expuso.
“En el libro ´20 Años en paz y en desarrollo´ del
Ministerio ecuatoriano de RR. EE., se
destaca que el Perú y Ecuador habían ganado con esfuerzos compartidos. Y el
libro "Reflexiones a los 20 años de los Acuerdos de Paz Peruano-Ecuatorianos:
Avances y Desafíos", es un magnifico complemento de todo lo que se
mencionó en aquel libro ecuatoriano. El presente libro aborda retos y desafíos
que ya no separarán, sino que unirán a ambos países mediante una estrecha
relación de cooperación”, aseguró el diplomático ecuatoriano.
Gran
fraternidad
En su intervención, el embajador Nicolás Roncagliolo, destacó que por primera vez en un proceso
demarcatorio binacional, participaron
diplomáticos peruanos, porque en la década del ´40 básicamente la demarcación
estuvo a cargo de las FF. AA. y los técnicos de los respectivos países. Se desarrolló
el trabajo con plena normalidad. Dijo que el proceso demarcatorio tuvo dos etapas: la primera se dio
inéditamente después de la suscripción del Protocolo de Rio de Janeiro de 1942;
y la segunda se inicia a fines de 1998, posterior a la implementación en la
ciudad de Gualaquiza.
“En los años ´40 se avanzó. No obstante, es de destacar
lo difícil que significó en aquellos años llevar a cabo este proceso con
materiales arcaicos. El proceso de paz impuso pautas a ambas cancillerías sobre
cómo definir la frontera a la brevedad posible. A diferencia de la coyuntura de
1940, se pudo contar con mayor tecnología para definir los hitos geográficos en
la frontera, facilitar desplazamientos y esclarecer dudas”, afirmó Roncagliolo.
“Ambos países –agregó- contaron con un importante
servicio logístico de sus FF. AA.: las mismas que estuvieron enfrentadas en el
Cenepa, se unieron en favor de la paz. Se realizó un buen trabajo en equipo y
se desarrolló una gran fraternidad entre las delegaciones del Perú y Ecuador;
aunque también se pasaron momentos difíciles.
El historiador ecuatoriano, Francisco Carrión, enfatizó
la labor de las dos cancillerías, que dieron
una importancia especial para afrontar la cuestión territorial, a partir de un
cambio profundo de mentalidad mediante una recuperación progresiva de la
confianza. Y que se tuvo el acierto de
incorporar en el proceso de negociación de 1998, en las conversaciones, los
temas de cooperación que ofrecían beneficios recíprocos a partir de intereses
comunes. “Esto produjo el cambio en la opinión publica ecuatoriana, que dejo de
aproximarse desde una visión territorial, para hacerlo desde una posición
realista, desde una visión de futuro”, finalizó.
También expusieron el internacionalista Óscar Vidarte, el
historiador Hugo Pereyra y el economista Alan Fairlie, quienes abrigaron la
esperanza que en breve Ecuador integre la Alianza del Pacífico, se continúe
trabajando para el desarrollo, satisfaciendo las
necesidades de sus poblaciones, en un sistema
internacional más interconectado y con mayor interacción en la Comunidad Andina
de Naciones.
El libro fue producido por la Academia Diplomática del
Perú Javier Pérez de Cuéllar, siendo el editor el embajador Nicolás
Roncagliolo, participando, asimismo, los ahora ministros Elizabeth Astete y
Alejandro Neyra y Alejandro Suárez. Asimismo, Hugo Pereyra, Efraín Baus, Alan
Fairlie y Alfonso Paz Soldán
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