Conociendo a la Rusia de Vladimir Putin (I) "El que no añore la Unión Soviética, no tiene corazón; pero el que quiera revivirla, no tiene cerebro"
Conociendo a la Rusia de Vladimir Putin (I)
"El que no añore la Unión Soviética, no tiene corazón; pero
el que quiera revivirla, no tiene cerebro"
El historiador colombiano, Juan Camilo Vergara, explica la
imagen estereotipada que ha fabricado Occidente sobre Rusia, que no solo busca
desprestigiarla, sino que también ha terminado con engañarse a sí mismo.
Ricardo Sánchez Serra*
La civilización rusa casi desaparece con las invasiones de
Genghis Khan y el nazismo, por lo que las cancillerías occidentales ignoran de
qué está forjado el espíritu ruso. Y, si se piensa que Rusia será occidental y
tendrá una democracia a la norteamericana, no conoce su historia.
A pesar del acercamiento ruso a Occidente, en la década de los
´90, la OTAN continuó avanzando hacia sus fronteras y bombardeó a Serbia, su histórico
aliado, estos acontecimientos motivaron a que los rusos buscaran a un líder
fuerte, que frene los peligros, surgiendo Vladimir Putin, nuevo arquitecto del
prestigio y la imagen de Rusia.
La táctica de Occidente de terminar de hundir a la súper
potencia y expulsarla de Europa, fracasó, como lo quiso hacer Napoleón
Bonaparte -poco antes de invadir a Rusia en 1812- al decir “hay que devolver a Rusia
a sus cavernas de hielo en el norte”.
Rusia se siente como una fortaleza
asediada. Los diplomáticos occidentales deben entender que atacar más o
arrinconar a Rusia, más agresiva se vuelve.
“Occidente –dijo Vergara- suele
imaginarse una Rusia con determinadas características: e alma rusa es profunda,
el ruso es serio, agresivo, militarista, pero también baila ballet y tenemos
una cantidad de imágenes preestablecidas, sin darnos cuenta que nos han
formateado y no desde la Guerra Fría, sino desde hace más de 300 años. Está en
la mentalidad occidental una manera de ver a Rusia que no corresponde con la
realidad de este país”.
Detalló que leyendo literatura parisina,
se describe a una persona rusa dándole atributos de oso o lobo, son peludos,
fuertes, beben vodka como osos, hacen ruidos de osos, la decoración de sus casas
son como de una gruta, y esas imágenes que vienen del siglo XVIII y XIX, no han
cambiado hasta ahora.
“Recuerden la película de Rocky,
cuando va a pelear contra el soviético, que tenía dos metros y medio de altura,
descomunalmente grande, musculoso, frío, rubio -como si todos los rusos fueran
rubios- y sobre todo cruel, porque para Occidente ha sido importante
deshumanizar a ese gran rival que es la civilización rusa, para poderla controlar,
minimizar y vencerla más fácilmente”, explicó el historiador colombiano en una
conferencia magistral virtual gratuita.
Indicó que es importante saber cómo
Occidente fabrica sus propias visiones del mundo, cómo nos ha encasillado a los
latinoamericanos como débiles, desordenados, todos bailan salsa; a los chinos
como trabajadores incansables, todos iguales y también nuestros enemigos; a los
árabes como terroristas, violentos, corruptos y fanatizados; como si el mundo
fuera tan sencillo.
“Entender a Rusia se ve prácticamente
imposible, si la vemos a través del prisma occidental, porque en vez de tener
unos binoculares, lo que tenemos es un caleidoscopio, que no nos deja ver la
realidad, porque le ponemos esas figuritas que queremos ver en la Rusia
contemporánea y de siempre. Rusia se sirve de nuestra propia debilidad, que es
esa, dividir de manera maniqueísta el mundo entre los buenos y los malos, y lo
ha usado de manera muy hábil”, manifestó.
Máximas impactantes
“Hay dos frases –prosiguió- que son
difíciles de entender por fuera de este país, ambas de Vladimir Putin: la
primera es ´Rusia es uno de los Estados más grandes del mundo y una potencia
nuclear. Su presidente debe devolverle su prestigio y un rol central en el
mundo´.
Uno diría ¡qué bonito! los rusos
soñando con volver a la Unión Soviética, pero se nos olvida que este país se ha
visto de esa manera -no desde que llegó Vladimir Putin al poder- sino desde la
época de Iván III El Grande, saliendo de la Edad Media, cuando Rusia se puso
como objetivo convertirse en uno de los Estados más grandes del mundo y en una
potencia y tener o aumentar el prestigio del país
La segunda frase es una más enigmática, a la vez que brillante. La frase
es una especie de síntoma, como si un doctor hubiera hecho un diagnóstico del
sentimiento de los rusos en los años ´90 en adelante: ´El que no añore la Unión
Soviética es que no tiene corazón; pero el que quiera revivirla, no tiene
cerebro´. Nos podemos a quedar a pensando horas en qué significa eso”, refiere
el intelectual colombiano.
Para Occidente, que ha vendido la idea -de nuevo- de que Rusia siempre
quiso la libertad, llegar a la democracia, abandonar el comunismo, acabar con
la Unión Soviética (URSS) y que finalmente lo logró y todos en Rusia estaban
felices por ese hecho, “esas personas que realmente creyeron esa historia,
fabricada por los medios occidentales, no van a entender que el final de la URSS,
es probablemente una de las dos o tres mayores tragedias de la historia del
pueblo ruso y así es vivida por los rusos”, manifestó.
“Y esa historia –agregó- no nos la han contado en Occidente, porque ese
prisma occidental implica sentir o creer que todas las naciones del mundo aspiran
a ser como los norteamericanos, a llegar a una democracia a la norteamericana y
que con solo derribar regímenes autoritarios, la democracia naturalmente llega,
porque es innata al ser humano. Y resulta que el tema es mucho más complejo, el
final de la URSS mostró que eso no era tan cierto, tampoco lo demostraron
también las invasiones a Iraq o Afganistán, Hay una gran complejidad detrás de
esa manera de ver el mundo”.
¿Imitar a Occidente?
Para los rusos el fin de la URSS es doloroso, pero también pretender
volver a la crisis económica de los años ´70 y ´80 es una locura, siendo que
Rusia ya está conectada con el mundo, está participando en la globalización y
en medio de todo se ha visto beneficiada en su infraestructura, en su tecnología
por esa globalización, menciona Vergara, estudioso por más de dos décadas de la historia de Rusia y
posee una maestría y doctorado sobre el país euroasiático.
“En los años ´90 veíamos a Boris Yeltsin y a Mijael Gorbachov, como
personas cercanas a Occidente, como amigos en potencia y Rusia era un país
amigable en tema de reconstrucción,
después de la opresión inclemente de la Unión Soviética. Y en Occidente
decíamos que pronto Rusia sería un país "normal", porque desde
Occidente ´normal´ implica occidentalizarse,
imitar a Occidente y tener los estándares occidentales”, advirtió.
Y agregó que en esta esperanza de que
Rusia fuera normal, había un imposible. Y es que Rusia jamás podría comportarse
como se comporta Occidente, el sueño estaba basado en nada.
“Desde el 2000 está visión de la
Rusia en vía de la normalización, de reestructuración en país amigable, empieza
a cambiar, cuando llega un nuevo presidente a la Federación Rusa, desconocido
no solo para las cancillerías occidentales, sino también para los rusos, con
una especial metodología, precisa, fría, implacable, que empezará a generar
muchos resentimientos del lado occidental, que lo empezarán a ver como un
regreso al pasado o un nuevo enemigo”, expresó.
¿Cómo llega Vladimir Putin al poder?
“Por un proceso impresionante, la
toma del poder por parte de la KGB, ese sería el resumen. Un antiguo espía de
la KGB que trabajaba en Dresden y Berlín, Alemania Oriental, que observa con
estupor cómo va a desaparecer la URSS, para lo cual él servía y en ese proceso
de desmantelamiento del poder satelital de la URSS en Europa del Este,
regresará a Rusia, se instalará de nuevo en su ciudad natal San Petersburgo y
empezará a trabajar en la alcaldía de Anatoly Zobchak, uno de los grande
representantes de la política de Boris Yeltsin en los años ´90, será el
secretario encargado de la privatización de terrenos rurales (…) Esta posición
tan estratégica en la privatización de las tierras del Estado le permitirá a
hacerse notar y por eso, en 1998, Boris Yeltsin lo convertirá en el jefe de la
nueva KGB de entonces, la FSB”, pormenorizó.
Añadió que del ´98 al ´99 Putin tendrá el control de la
seguridad y de la información en el país y en 1999 dará el salto espectacular, al
convertirse en el primer ministro de Boris Yeltsin, que el 31 de diciembre del 2000,
después de un desgaste importantísimo en salud
y en su política, renuncia al poder en una alocución pública y Putin quedará
como presidente encargado, que llama a elecciones y sale elegido mandatario con
el 70 % de los votos.
“Putin se
convertirá en uno de los desafíos de Occidente. Barak Obama clasificará -de
manera exagerada- a la Rusia de Putin como la segunda peor amenaza contra la
humanidad, después de la fiebre del ébola y antes del Estado Islámico. La imagen de Obama pacifista y que mejoró las relaciones
con el mundo, que no es tan cierto, compara a la Rusia de Putin con
enfermedades y grupos terroristas. Es como si dijeran que China y Rusia,
después del covid-19, es la segunda amenaza de la humanidad, como si desde
Occidente tuviéramos la legitimidad de hablar en nombre de toda la humanidad.
Esto fue uno de los inconvenientes que enfrió las relaciones. Hillary
Clinton va a ir mucho más lejos y va a comparar a Putin con Hitler, una persona
que aniquiló a millones de judíos, gitanos y a los mismos rusos, frase que en
lugar de apaciguar, azuza a radicales en la política interna rusa”, anotó.
¿Cómo entender entonces ese cambio
entre el buen Gorbachov y el malo de Putin?
No hay que pensar que Rusia perdió los estribos, sino que en los
años ´90 algo tuvo que suceder, para que los rusos decidieran elegir en varias
ocasiones a este personaje como presidente de la República.
“Hay que entender –prosiguió- la política
interna rusa y los cambios que vivió Occidente internamente como la Guerra del
Golfo o los atentados de las Torres Gemelas, y Rusia, a su vez, responde a una
situación internacional, se adapta a la acción de otras potencias como los EE. UU.
y China y a la manera cómo Rusia interpreta los hechos que suceden en otras
partes del mundo. Entonces hay muchos actores y todos van cambiando, y hablamos
de coyunturas, no es que Rusia haya cambiado para bien o para mal, sino que
todo ha cambiado en los últimos 20 o 30 años.
Pero mi
rol acá es mostrar la perspectiva rusa que no nos llega a nosotros. No para
justificar el régimen actual, pero que debemos entender y darle la palabra a
los rusos”, observó Vergara, que creó Ilustre, una
plataforma cultural a nivel latinoamericano, que ofrece cursos digitales y
presenciales de historia, geopolítica, arte y literatura, cuya web es
https://jcvergara.com/
“Los rusos
verán en el transcurso del año ´90 y del 2000 en adelante, una amenaza que se
acerca a sus fronteras. Desde las negociaciones entre Gorbachov y Occidente,
que buscaban terminar con la Guerra Fría, se van a producir muchos cambios e
iniciativas que va a tener la URSS y después Rusia. La URSS permitirá la
reunificación de Alemania, al no enviar ninguna tropa a evitar que se rompiera
el Muro de Berlín en 1989 y es un hecho que pasó desapercibido en las cancillerías
y en las sociedades occidentales, lo que esto significaba. Desde Occidente fue
visto como el regreso de una Alemania unificada, el regreso a la libertad y
toda esta retórica muy occidental, pero desde Rusia el tema era muchísimo más
fuerte”, esclareció.
Hay que tomar en cuenta que la URSS
fue invadida en 1941 por Alemania nazi y en cuestión de tres meses por poco la
civilización rusa es arrasada por este ejército invasor. 27 millones de personas
murieron, en el trascurso de cuatro años, eso quiere decir que Rusia puso más
muertos que Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y los EE. UU. juntos. Y por
eso la reunificación de Alemania va a despertar temores, los temores de esa
invasión sorpresiva, pero con todo y eso, la URSS va a permitir esa
reunificación, razonó Vergara.
La paciencia tiene límites
En la
extensa y profunda explicación, el historiador colombiano continuó: “Después,
en 1991, la URSS mientras estaba disolviéndose, aprueba la disolución también
del Pacto de Varsovia, alianza militar rival de la OTAN. La llamada Cortina
de Hierro, era para Rusia un tema fundamental, porque sus fronteras habían
sido aseguradas, desde la época de la victoria de la Segunda Guerra Mundial, a
kilómetros de distancia entre el mundo occidental y la frontera de la URSS.
De repente
en dos o tres años, esa frontera de seguridad se derrumbó y las fronteras
nuevas de Rusia estarán mucho más cercanas a sus dos grandes capitales, San
Petersburgo y Moscú. Además de esto, en el 2004 no solamente la OTAN avanza
hasta llegar a tierras donde la mayoría de la población era rusa, sino que tres
países que pertenecieron a la URSS y al imperio ruso, fueron agregados a la
OTAN: Estonia, Lituania y Letonia, llevan la frontera de la OTAN a 100
kilómetros de la antigua capital de los zares, San Petersburgo.
Esto va a generar una serie de temores, aceptados hasta el 2004,
solo que ese año, se produce una ruptura en la que Rusia decidirá frenar estos
avances”, clarificó.
Pormenorizando aún más, Vergara describió: “Mientras la OTAN
avanzaba, en estos países que quedaban entre la OTAN y la Federación Rusa, los
del Cáucaso, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Ucrania, Moldova y Bielorrusia,
estos dos últimos considerados por los rusos como una parte constitutiva de su
país y de su historia, porque la antigua capital de los rusos no es Moscú, sino
Kiev.
En estos países comienzan a producirse las llamadas revoluciones de colores, que eran movimientos
financiadas por ONGs norteamericanas y por el Departamento de Estado norteamericano,
para cambiar la política de estos países y cortarlos de su antigua metrópoli,
Rusia. Esto fue visto como la entrada irrupción de Occidente en el corazón de
la historia del país. Algo que no había sucedido desde la Edad Media, o en la
época en que Genghis Khan invadió a Rusia y la conquistó”.
Acción y reacción
El informador dilucidó que, por eso, para los rusos la presencia
de los norteamericanos en Ucrania, Bielorrusia y Georgia no es simplemente unas
relaciones internacionales normales, sino la amenaza que nunca habían visto los
rusos en toda su historia o por lo menos desde la llegada de Genghis Khan.
“Y eso, desde Occidente, jamás lo entendimos. Y nos cuesta a
veces equilibrar la información porque lo que sucede en este periodo es como si
hoy en día, Rusia financiara la independencia de estados norteamericanos como
Texas o California y después, además, obligara a que las élites de estos
Estados, ahora independientes privilegiaran las relaciones comerciales con
Rusia. Estoy seguro que se armaría la Tercera Guerra Mundial, porque ello EE. UU.
jamás lo permitiría, porque es parte integral de su historia”, aseguró.
Algo muy
parecido –continuó- pero aún más grave, sucederá entonces con esas revoluciones de colores, porque Ucrania
no es Texas, Ucrania es Nueva York, Washington, Ucrania es el origen del pueblo
ruso. Eso nunca lo entendimos y permitimos que la OTAN y la Unión Europea
avanzaran, sin imaginarnos las heridas que esto generaría dentro del pueblo
ruso.
“Además de
esto, estas fuertes presiones desde Occidente en las zonas de seguridad del
país, van a terminar por humillar al Ejército y al Estado ruso que va a sentir
su capacidad de acción completamente reducida y uno de los momentos más
dolorosos será cuando en la Guerra de los Balcanes la OTAN decida bombardear al
principal aliado del Estado ruso en Europa, Serbia.
En 1999, los
aviones de la OTAN bombardean Belgrado sin que los rusos puedan hacer
absolutamente nada. Y acá volvemos un poco a la historia, Rusia entró a la Primera
Guerra Mundial, que fracasó, por salvar a su aliado Serbia de las garras del
imperio austro-húngaro, entonces eso fue algo que de nuevo las cancillerías
occidentales nunca entendieron, que el bombardeo del aliado histórico de Rusia,
por el que Rusia pagó una cuota de sangre tan alta, sería una humillación
terrible para Rusia que sentiría sus manos completamente atadas y una
vulnerabilidad que empezó a generar, más bien, pánico al interior de la
población rusa”, describió.
“Los rusos, ante esta situación, empezarán a buscar un cambio y abandonarán esta visión de elegir presidentes que manejen buenas relaciones con Occidente, empezarán a criticar a Yeltsin como el culpable de todo este debilitamiento y ante el fuerte avance de la OTAN, estarán esperando la llegada de un hombre fuerte y es ahí en donde el camino va estar abonado para que un jefe de la KGB termine convirtiéndose en el presidente de Rusia. Y desde Occidente, si nos hemos sorprendido por esa decisión, entonces es porque hemos ignorado, es porque Occidente mismo ha participado en preparar la llegada al poder de este personaje”, argumentó.
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